La leyenda del otoño
La leyenda argentina del otoño o leyenda de Kanshout
Cuentan los más ancianos que hace mucho tiempo, existió una tribu llamada Selk’nam. Esta tribu vivía en el último y más remoto lugar del planeta, la llamada Tierra de fuego, que está en la punta de más abajo de América del Sur.
En este lugar, los árboles no perdían nunca sus hojas. Además, tenían una tradición que obligaba a los chicos jóvenes a partir en busca de aventuras cuando cumplían la mayoría de edad. De esta forma, ganaban en autonomía y madurez, y después podían contar al resto qué había más allá de la Tierra de fuego.
Pero, de entre todos los jóvenes de la tribu, destacaba uno por ser tremendamente curioso y además, muy veloz. Se llamaba Kanshout, y el año que le tocó salir de expedición, se puso muy contento. ¡Estaba deseando ir más allá de la frontera de su poblado y descubrir todas las maravillas que había más allá de la Tierra de fuego!
Kanshout partió feliz con algo de alimento, pero esta vez tardó mucho en regresar. Tanto, que todos llegaron a pensar que había muerto. Pero Kanshout regresó, justo un año después de partir, y llegó radiante de felicidad.
– ¡Tenéis que escucharme todos!- dijo emocionado- ¡Encontré un lugar en donde los árboles pierden sus hojas y al cabo de unos meses, vuelven a nacer, mucho más verdes y hermosas!
Todos le miraron con extrañeza. ¿Se habría vuelto loco?
– ¡Os lo digo de verdad! Hay lugares en donde los árboles cambian de color. Se vuelven rojos como el fuego. Luego se quedan desnudos, y meses después, comienzan a brotar nuevas hojas de un verde muy intenso.
Entonces todos comenzaron a reír, pensando que les estaban engañando:
– ¡Ja,ja, ja! ¿Piensas que vamos a creerte? ¡Estás mintiendo!
El pobre Kanshout se dio media vuelta y aguantó como pudo los insultos y las risas de todos sus compañeros. Pero no iba a dejar así las cosas. ¡Les daría una buena lección!
Kanshout pidió a los dioses que le transformaran en un pájaro del color de las hojas que había visto, y los dioses le convirtieron en loro, un precioso loro de plumaje verde y el pecho rojo. Entonces, Kanshout voló sobre los árboles de la Tierra de Fuego e inmediatamente fueron perdiendo las hojas.
Todos pensaron que los dioses les habían castigado. Contemplaban con horror cómo los árboles se pedían las hojas coloreadas de amarillo y rojo y se quedaban desnudos.
– ¡Los árboles se mueren!- gritaban algunos.
También vieron sobrevolar los árboles a ese extraño pájaro verde y rojo. Y al cabo de unos meses, descubrieron que de las ramas comenzaban a brotar pequeñas hojas de un verde muy brillante.
– ¡Kanshout tenía razón!- dijeron avergonzados- ¡Y no le creímos!
Desde entonces, los loros sobrevuelan los árboles y se posan en sus ramas. Se cree que cuando gritan se están riendo de los hombres, recordando que en su día no creyeron y que después fue un loro, Kanshout, quien se rió finalmente de ellos.
Comments
Post a Comment